CONDICIÓN FEROZ







I

[“Ya se percibe más intenso el crepitar del fuego”]


Segada por los fuegos de artificio
Va la noche, huyendo de los cultos
Sucios velos, destinos, ciegos vicios
Va la noche y oficia con insultos.

Alcohólica, su fuga, entre los fuegos
-que le repugnan por no ser su esencia-
Busca un lugar donde esconder sus ruegos
Violenta protectora de la ausencia.

Acompaño a la noche en su lamento
Ella llueve, yo lloro. No hay festejo
Que sirva sin veneno este recuento.

¿Y si el llanto borrara, del hombre, las
Huellas? ¿Y si la lluvia… sus penas?

II


[“A mi cuerpo, tendido como está, precisamente así, dadle el adiós”]

Ocultos bajo mantas los dolores
Hedores, desnudez, amores idos,
Ocultos entre mantas los temores
Sangrar esta vejez; haber perdido

El nombre, pulso, suerte. “¿Cuál tesoro?
Ceguera maltratada, venas lentas,
Soñar las tardes sólo cenicientas
Ni el aire se consigue con decoro”.

A tu lado enero ya marchito
Y un ramo de jazmines a destiempo
Que marcan para siempre el infinito.

Rodeados por escudos de imprevistos
Los años nos carcomen hábilmente.

III
[“Si vas en busca de la muerte, llévanos contigo”]


Mi culpa a tus huesos enfrentada
En diálogo sin fin- final de escena-
Mi culpa representa su condena
Tu sombra, por aquellos, despreciada.

Es el “Adiós” quien da a la despedida
La condición feroz de los futuros.
Ese que cuelga de tu mano fría
Y de tus ojos-corredor oscuro-

Se miente la verdad- un fiel remiso-
“Y si Dios quiere será hasta mañana”
Fatal, inconsecuente, un dios: no quiso.

Con besos no se curan las heridas
Ni libres de traición están los rezos.



IV

[“Te sostendré en mis hombros. No va a agobiarme el peso de la carga]


Sin ritmo se deslizan las absurdas
Flechas que son tus últimos gemidos.
La noche llueve un llanto sin latidos
Mi duelo llora roncas gotas burdas.

No supe reforzar con estos brazos
Los hilos que nos atan, tan sedosos,
No estuve junto a ti ni tras tus pasos
Ni mis hombros han sido tan piadosos.

Vergüenza ha de sentir este pedido
De perdón, con disculpas perfumado
Ante una cama que no tiene oídos.

La noche no se rinde. Yo tampoco
Quizá cuando amanezca, también ella…


V

[“Y pase lo que pase, uno ha de ser el riesgo, una la salvación para los dos”]


No es el infierno o su sagrada saña
El motivo de todo lo ensayado,
Sino el miedo a sufrir lo prodigado
La disculpa ¡Esa sutil infamia!

Menos gloriosa que su nombre es una
Muerte estéril: sin cuervos ni cipreses
Muerte sin muerto, sin cruces- tantas veces-
Sombrío desden: sin himnos a la luna.


Años nuevos convierten en rivales
Vida y vejez creyendo que ésta mancha
Nuestra infeliz certeza de inmortales.

Y muero porque ya no me recuerdas
Y vives porque sigo amaneciendo…



Diciembre-1998

Entre llaves: fragmentos de un “pequeño” diálogo entre Eneas y su papá.
El resto: un intento para deshacer la ausencia de la persona que más me quiso.






La Noche más corta






No curaste tu insomnio encubriendo con muerte tus pasiones
como tampoco lo hicieron aquellos que desandaban tus afonías nocturnas.

En noches iguales a ésta, Vedas y putas explotan; Pero esto no es para mí.
No sé pensar y odio los espejos.

No te reclamo. Veneno con gusto. Hoja por hoja, presintiendo que entendí NADA
cuando escuché a esa niebla citar:
“Si dios colocara la frente en mi hombro qué bien estaríamos los dos así, tristes y desconsolados”

**********

En noches iguales a ésta, dejé de esperar. Porque las certidumbres cambian de ropa
De peinado
De dirección
De perfume
Pero siempre
Son los mismos Arlequines intentando confundirnos, sofocarnos.

-¿Concretamente qué?
- Concretamente sólo mi voz en este segundo.

-¿Y Luego?
- Y luego Nada.

**************

En noches como ésta, ¿Habrá visto tu lámpara el ahogo de las blasfemias
dentro del vasito con agua? ¿La sonrisa en el cristal de los lentes?


A vos te digo… Esta noche será muy corta. Amanecerá y podrás volver a dormir
y a soñar
(tu gran temor)

Hagamos nacer a dios una vez más: pedile que te regale el don de ser
organista o
un simple farol de Paris.

Yo pediré también: oído esperanzado
O un borracho
Encontrando refugio.










Cuando te acercas a dios por la maldad y a la vida por las sombras ¿Adónde puedes llegar si no es a una mística negativa y a una filosofía nocturna?
Crees sin creer y vives sin vivir…la paradoja la
resuelves con una ternura cruenta que refuerzan los crepúsculos y enlutan las auroras”
E.M. Cioran






Prólogo



"Un prólogo es un estado de ánimo. Escribir un prólogo es como afilar la
hoz, como afinar la guitarra, como hablarle a un niño, como escupir por la
ventana. Uno no sabe cómo ni cuándo las ganas se apoderan de uno, las ganas de
escribir un prólogo, las ganas de estos leves sub noctem susurri"

Søren Kierkegaard





Paso y me siento. Un sillón bordó junto a la ventana. Calle 54. Desde aquí se ven las torres de la catedral. Me distraigo recordando escenas que combinan realidad y ensueño.

Tose. Vuelvo desde los cimientos de la catedral hasta el sillón.

Hablo de mí. Le cuento que pasaron ya, trescientas sesenta y cinco madrugadas.
Era otro Agosto. Otra ventana. Otra música en mis oídos. La oscura voz de Till Lindeman gritaba “mein herz brennt” cuando descubrí otro brillo.



Me escucha sin gestos. Sigo.


Omito los abandonos por tratarse de la primera cita. Aprieta el lápiz sobre el anotador cuando hablo de distancias. Once mil kilómetros. Más de cinco mil millas náuticas y una soga hecha de palabras.

Le confieso algunos vicios: soportar sin drogas, sin alcohol ni sedantes todo lo que el delirio kármico me tenga reservado; fumar; reírme.
Confieso, también, mis preferencias ante el papel en blanco: dejar caer en redes de cinismo a ilusionados fabricantes de barriletes.

Percibo un pestañeo desencajado que acusa. (¿Dirá sádica?) Vuelvo, entonces, a esa otra escritura, el vasto prólogo de trescientos sesenta y cinco renglones. Irreproducible por íntimo. Un yo poético que se abandona a las sensaciones. Y mezcla coordenadas, tiempos verbales, luces. Prólogo que se lleva las mejores metáforas, todas las correspondencias baudelerianas, cada fragmento de mi imaginación.


Ahora se acomoda en su sillón. Cruza las piernas. Espera que le diga el porqué de mi visita.

Entre garabatos imagino que escribió crisis---escritor---vacío---decir---dicho.

Hago silencio hasta que se cumplen los cuarenta y cinco minutos. También él.

La catedral. Plaza Moreno. El faro del fin del mundo. El fabricante de barriletes que no sabe nada acerca de la trampa en la que caerá cuando yo deje de escribir el prólogo.


“Mmmm… Bueno”

Es tiempo. Sé que debo pagarle.

Al despedirme, me entrega un papelito amarillo: “próxima cita 22 de Agosto, 17.30 horas”

No habrá próxima mientras haya palabras. Lo sé. Lo sabe.







La imagen es del artista Gastón Viñas
http://www.grapevineindustries.com/

Golpean






Golpean. No, no abras.

Vienen por tus pinceles

Tus óleos

Por las sonrisas de tilo

Vienen a arrancarte el guardapolvo

A desnudarte los sueños

A oscurecer el futuro

Con vendas

O fusiles



Vienen a enmudecerte

Ellos, esquiladores mediocres

De gritos de libertad



Golpean



por favor



no abras...






Me dedicó una foto: "¿Hasta qué tonalidad de sangre iremos juntos?", y
sobre la edición de su Van Gogh, respondió: "La tonalidad de sangre irá hasta el negro” Artaud, Jean Marabini





[...]

Van Gogh extrajo esas calidades de sones de órgano, esos fuegos artificiales, esas epifanías atmosféricas, esa "Gran Obra", en fin, de una permanente e intempestiva transmutación. Los cuervos pintados dos días antes de su muerte no le abrieron más que sus otras telas, la puerta de cierta gloria póstuma, pero abren a la pintura pintada, o más bien a la naturaleza no pintada, la puerta oculta de un más allá posible, de una permanente realidad posible, a través de la puerta abierta por Van Gogh hacia un enigmático y pavoroso más allá. No es frecuente que un hombre, con un balazo en el vientre del fusil que lo mató, ponga en una tela cuervos negros, y debajo una especie de llanura, posiblemente lívida, de cualquier modo vacía, en la que el color de borra de vino de la tierra se enfrenta locamente con el amarillo sucio del trigo. Pero ningún otro pintor, fuera de Van Gogh, hubiera sido capaz de descubrir, para pintar sus cuervos, ese negro de trufa, ese negro de "comilona fastuosa" y a la vez como excremencial, de las alas de los cuervos sorprendidos por los resplandores declinantes del crepúsculo.

[...]







Sin embargo, en un incendio, en un bombardeo, en un estallido, vengadores de esa piedra de moler que el mísero Van Gogh el loco cargó toda su vida al cuello. La piedra del pintar sin saber porqué ni para dónde.



Pues no es para este mundo, nunca es para esta tierra, que todos hemos siempre trabajado, luchado, aullado el horror de hambre, de miseria, de odio, de escándalo y de asco, que todos fuimos envenenados, aunque todo eso nos haya embrujado, hasta que por fin nos hemos suicidado, ¡pues acaso no somos todos, como el mísero Van Gogh, suicidados por la sociedad!





"Van Gogh, el suicidado por la sociedad "Antonin Artaud.

Balcones Descosidos


A rvr por su sagrada voluntad de hacerme feliz.
Gracias. Eternas.





Los andamios son como balcones descosidos; sobresalen de los muros sin demasiada confección: no más que hilos trenzados sosteniendo tablas de cinco metros de largo por uno y medio de ancho. Son como un bote salvavidas acariciando el lomo de un gran barco.

Los balcones son andamios recubiertos de prudencia. Simulacros de vértigo. Desde allí miraba, con una mueca Munch, la mamá de Mateo.


Un lunes de pleno julio.

35 pesos diarios sin comidas. De ocho a dieciocho. De Lunes a Sábado, incluso los días en los cuales el sándwich va con lluvia. El equilibrista no lo piensa demasiado. Dice que viene a destiempo; que su suerte viene un paso más atrás.
No recuerda como aprendió a desplegar la cuchara en un solo golpe de muñeca. No sabe de cimientos, tampoco de fratachos que rejuvenecen las caras de las habitaciones sacando las arrugas de cemento. Sólo conoce la formula mágica “1 de cal, tres cuartos de cemento y tres de arena”.
Pero se subió a la camioneta blanca en la esquina de 44 y 143. El y diez más acomodados en la caja de la Ford. Al centro dijo el arquitecto. Él sí sabe. También el dueño y los calculistas y los maestros mayores de obras. Construcciones no mayores de 15 pisos en esta parte de la ciudad. Proyecto building.

A cincuenta cuadras su escenario. Conservar el equilibrio. Sin arnés. Sin red, salvo esos telones negros por debajo de los andamios que no podrán evitar la caída pero sí proteger de los restos de material los techos ajenos.


***
El mismo julio. Otra mudanza. El primer invierno que Mateo vería desde las alturas. Octavo piso. A. Un Gran ventanal de puertas corredizas, el balcón y el vacío. El este de frente y la ciudad.

Mientras la familia acomodaba cuadros y sillones; floreros y libros; cristales y cortinas, el pequeño descubría una bandada de pájaros húmedos sobrevolando dos viejos tilos y, un poco más arriba, a un hombre haciendo equilibrio sobre un alto esqueleto de ladrillos rojos.

- qué hace ese señor ahí?
- Vení para acá, no te acerques al borde sí? Trabaja Mat,


Con la oscuridad, hombre y pájaros desaparecían. Cada mañana, la madre lo encontraba durmiendo en el ángulo exacto desde el cual una diagonal imaginaria unía los ojos del pequeño, el andamio del equilibrista y hacia en fondo, las puntas de la catedral.

Los domingos sólo los pájaros seguían su trabajo demostrando que, para ellos, sólo hay hoy.

Mateo tenía todo controlado. A la hora del cereal con leche llegaba la camioneta, una vieja Ford F-100 cargada de rostros ajados; con el Actimel se encendía el motor de un camión con su enorme batea para mezclar hormigón. La magia del balcón desaparecía cuando se escuchaban las llaves de su padre en el ojo de la cerradura, del otro lado de la puerta:

-Te dije que no abrieras el balcón… Siempre desobediente vos…mirá lo que te traje…

El niño cerraba los ojos y trataba de imaginar el contenido de ese hermoso paquete. Quizá una cuchara de albañil muy grande como las que se exhibían en ese negocio de clavos y latas de pintura.

No. No era. Una raqueta de tenis no servía para acompañar, en el andamio, al hombre equilibrista.

Arena en el palier. Ese fue el primer signo de que las cosas se habían complicado. La queja del portero “Holmes” que siguió los rastros hasta la puerta del 8 A. Bajo la cama, una caja de Nike con arena traída en el gran bolsillo de su guardapolvo.


***


En Agosto, día del niño.

- A ver, elegí de esta revista.

40 páginas de Carrefour que recorrió marcando círculos. Jueguito De Herramientas Grande 16 Piezas, ¡Con Casco! “Igualitas a las de papá” leyó de corrido
Camión Volcador Radio Control Alámbrico Mueve Caja Volcadora
Excavadora Topadora Radio Control Alámbrica Con Pala Grande

Camión Hormigonero Marcha adelante y atrás. Dobla a la izquierda y derecha. Mezcla y arroja la arena de adentro.

Tampoco.

Una Hit Gun para la Play y un set de pelotitas fluorescentes para la raqueta.
También recibió una articulada enciclopedia del cuerpo humano

El edificio iba cubriéndose de gris. Un gris que lo protegía de los últimos fríos.

-No quiere ir más a la escuela…

-Cómo que no quiere? Esas cosas sólo te pasan a vos. Ahora hablo yo con él y vas a ver…

El padre le prohibió asomarse al balcón. “Muerto el perro se acabó la rabia” pensaba y se dedicó a armarle el juego de química que siempre deseó para si mismo.


***


Los pájaros de Septiembre sobrevuelan a otra velocidad. El hoy se transforma en un “ya” permanente.

Mateo se despertó con un canto de “ya” en sus oídos. Tocó la arena guardada en la caja. Se sintió equilibrista. Se sintió pájaro y quiso probar las alas.

Las calles, los autos, las escaleras, los ladrillos sin colocar, las herramientas, los ojos de los extraños. Nada. Nada existía, salvo el andamio y su dueño, el equilibrista.

El obrero sintió en el leve movimiento de su tabla, la presencia de alguien más, en éste, su paraíso. Le pareció, por un segundo, ver a un ángel acurrucado en la punta del andamio.

Así Mateo junto al balde de cemento. Junto a los gritos del padre desde el asfalto.

Sin respirar, el equilibrista extendió su mano, gruesa mano tatuada a la cal.

- Quiero ser como vos, me vas a enseñar? Preguntó su sonrisa

A cincuenta metros de altura, sobre un balcón descosido, no se piensan demasiado las respuestas:

Midiendo el fin o el comienzo de todo, la sonrisa equilibrista dijo sí.


Tanto miedo como una taberna (RoJa)

Y de Todos Modos...








¡Vuestro juicio final me da tanto miedo como una taberna!
Pero tan sólo a mí, a través de edificios en llamas,
me sacarán en andas las prostitutas como a efigie sagrada,
y me mostrarán a Dios en su descargo.

¡Y Dios llorará leyendo mi brevísimo libro!
Hecho de temblores en compactado ovillo, no de palabras;
y echará a correr por el cielo estrechando mis versos
y los recitará a sus amigos conteniendo el aliento.
P.D.: No fueron de utilería ni su revolución, ni su alma, ni su arma (elegí el sonido del chasquido!)

Coaxil



Seguí goteando
aún en mi presencia
conciertos de colores
llantos de satélite natural
o risas de artificio




Seguí rezando
aún en mi ausencia
por un Tíbet propio
donde ofrecer el miedo
y los llagas



Seguí buscando
aún con el futuro desconectado
metáforas de fibra óptica
para que no duelan
los tubos de ensayo




Seguí respirando
aún si todos los relojes
decidieran clavar sus agujas
en un ¡NO!




Pero no permitas
que me convierta
en gusano



luego de haber sido mariposa.

Indeleble


A mi hija.

La pregunta es para Ella... ¿Podés decirme dónde estaba yo?




Granja sin granja que, sin embargo, reproduce sólo el sonido de la propia voz.
Cuatro paredes. 2,50 de largo. 3, 75 de ancho. Cielorraso a los dos metros y medio. Todo blanco. Un fibrón para escribir lo que quedó de las horas en la oscuridad.

Preparada…lista…


En la pared del Oeste la silueta de una princesa rodeada de símbolos matemáticos. Las manos del profesor y sus uñas blanquecinas. Los dedos armando un cigarrillo de tabaco rubio. Primeras partidas de ajedrez después de despejar las incógnitas de un cuaderno espiral.
La caja de las Barbies. Piernas larguísimas que asomaban entre lavadoras, sillones de jardín, cintas para caminar. Auto, perro, bebé, Kent.
Las bolsas negras, llenas de ropa, formando fila en la entrada de la habitación.

En la pared del Oeste, si es miércoles o domingo, da igual. El primer paraíso minado explota ante sus ojos.


“Corten” grito (como lo haría un director ciego), clausurando las noches de cielo abierto cuando ella buscaba formas conocidas en nubes extrañas.

***

Entonces comienza la pared del Norte donde el paraíso tiene asfalto y una rayuela de rostros se van tornando familiares como las x de los ejercicios. Los primeros escombros, dormidos, en las escaleras del Teatro Argentino. Sin alas.
A sus espaldas, lucen mochilas de uniforme hardcore o metal o nightmare.

La pared se asemeja a los restos de un guardapolvo donde se puede leer “i hate the school!!!”Todo en minúscula indeleble.

Conjugar el verbo pertenecer anulando las formas del pasado. Sólo presente y futuro. “pertenezco a”, “perteneceré”. Nunca más: “pertenecía”.

Desde todos los bordes aparecen los invasores góticos sobre las ruedas de un skate.

Remarcado doble de las letras cuando se autoproclama EMO y abre un nuevo campo de batalla: Ocho y cincuenta. Maceteros donde apoyarse. Voces que rebotan en las vidrieras. Delineadores y uñas negras. Calaveras, piercing y los hermanos Madden.

“Is anybody listening”

“Pertenezco a” para caer del skate; y el dolor agudo en la base del codo. Otra mina activada en las veredas anchas cuando el cuerpo aplasta al brazo (cuando la risa aplasta a la misericordia.) Rampas y malos imitadores de Marley que van rifando sus neuronas.

“Si hola no te hubiera dicho yo
Jamás tendríamos que decir adiós
Tenemos una cita en el quirófano”

Tararea mientras escribe.

Otro ajedrez. Éste de piezas descontroladas que escriben “Te Amo” en papelitos, fotolog, Messenger o teléfonos celulares.

“Regardless of our distance, and our hope, cuz were
Swept by pretty eyes and LETTERS for, a time”

Otra forma de pertenencia no menos aguda que la puntada perpetua en el codo.
En la pared del Oeste, el primer oso explota en metálicos pedazos.

Corten. Corten. Insisto.

***

La pared del Este, como el viento, mezclará los colores de la tarde. De celeste a rosa. A negro.

“Saying goodbye this time, the same old story
Seeing you cry, makes me feel like saying sorry”

Comenzar a cruzar la calle para que no duelan los recuerdos.

Un álbum completo de amenazas. “Te vamos a…” “Vas a ver qué…” “Cuidate porque…”


Madrugadas de café y cocheras que escriben”shabadabadoo” en los brazos. Cambiar la risa desmedida por unos ojos dominantes que pronto se convierten en piedras. Entre el miedo y el…miedo.

“Eres lo mejor que en mi vida ha pasado
Te juro pierdo el rumbo cuando no estas a mi lado”


Otro paseo no menos minado. Hablar con desconocidos.
Nickname. Construir personajes. Abrir las puertas de la mente. Encuentros feroces con la realidad. Svásticas, skinheads, collares de alpaca.

Cuadraditos ska de verdad-mentira.

“Something has gone terribly wrong,
I'm scared, you're scared, we're scared of this”

Reciclar. Los escombros regresan a los sueños. El mismo foco una y otra vez. Y mil fantasmas sin nombre y sin voz que recorren los pasillos de la antigua casa.

“ ... I like playing in the sand what's mine is ours
If it doesn't remind me of anything”

Remeras Palermo Soho. “No insista. Ya no beso sapos” firma Amelie.

Y yo: C-O-R-T-E-N!
***

En la pared del Sur: La lista completa de nombres propios. Y las cruces. El clásico estudio de la mano. Esta vez se le nota el odio en los nudillos: no ayuda; aprieta el cuello.
Músicos bip-vip y como un mantra: Vedette . . . sos la reina de la glitter scene.

Dibuja frutillitas de un postre adolescente. La depresión ahogada en copas plásticas, en lámparas de lava, en vanos bisturís que no alcanzan para purificar la sangre.

Se mece la cuerda ajena con el invierno en los labios mientras los mensajes de texto inventan nudos.

Un día después
(después de vos )
crucé los dedos.

El último “te amo” y un bouquet de rosas que deberán pudrirse junto a las mentiras. En letras símil Broadway Es mi última oportunidad”… Seguida de una sucesión desmedida de jajaja.
Llega el turno de los travestidos. Como plomos desnudos los tequilas sunrises, el vértigo y las luces que se apagan en un antro con nombre de mujer.

Los peones quedaron en el camino cuando no pudieron aprobar el test de Eva.
Aún se perciben, en las torres enemigas, las sombras de los francotiradores que no respiran ni sienten. Sólo disparan cuando ven el objetivo en la mira. Plaza Italia a las seis de la madrugada. Coordenadas exactas.
Bang.


Granja sin granja. Antes del encierro reconoce las marcas del dealer y la pena por la confianza desperdiciada. Lo que se puede extraer de ella:
TODOS LOS MESÍAS TERMINARÁN HUNDIÉNDOTE” con letras grandes de imprenta.


***

En el piso, las huellas de unos pies descalzos.
Ella sube a la mesa de la computadora, se estira hasta el blanco sin manchas del cielorraso y escribe: “Para ser feliz parate dónde sea”

Tiempo completo. Trabajo terminado. SE IMPRIME.

Soñé un auditorio...

Soñé un auditorio. Su voz. Algo me dijo y, una vez más, no logré comprender.

Maldigo a todas las memorias de mis últimos cien siglos.





Estará en la palabra. No hay dudas. Ninguna!




Sin Sentido


Puro cuento ciertas ausencias.


Puras ausencias ciertos cuentos.


Se lo extraña.






SIN SENTIDO

I

Amanecer con un dios entre las cejas.
Era tan fácil así.

Rutas infinitas
Sin alzar los párpados
Consumadas por cómplices celestes.

Y la noche junto al sacrificio
Alguna copa de vino,
Una rosa,
Trenzas, talones
Cualquier himen o
Ese


Ahora
Este bostezar nubes por reflejo
Y la nostalgia
De lacerar pieles
Con nocturnos abecedarios

Esclavos de dios
Libres de nosotros mismos

Del susurro de piedras en los zapatos
De la carrera anémica
Sin Kaaba
en pantalla plana de mil pulgadas

II

Tan fácil el tiempo de los vedas
Medido con suspiros de Brahma
O flechas al corazón.




El plan de exterminio
Nos desnuda
El hombre
Sólo huesos convictos
De otros huesos convictos
De otros huesos convictos

Quizá
Con un dios
A quien temer
Ella no hubiese puesto esa formidable piedra
Sobre el loto azul
Así como al pasar
Brote maléfico
en las puntas de sus dedos.


Tan fácil
Con hilos bien tensados
Cuerdas de oro
Y no esto
marionetas copyright
de titiriteros imperdonables
Nada escrito en el margen
Un “sinazar” en el polvo perlado
de tu nariz.

Tan fácil con Olimpo parquizado.
Ahora
la flor hundiéndose
Y mi cobardía.
Hundidos todos en su sonrisa.

III

Tan difícil desandar el sin sentido
Limpiando sangre
O semen
Con la pobre Nut
De repasador

Amanecer con un dios entre las cejas.
Era tan fácil así.


Ahora
Condenado al tiempo
las cuatro y el camión con basura
El sol, seis y cincuenta, entre los edificios
Mastico los agudos de una guitarra
a las diez y veinticinco

Lento como la miel
Se consume el incienso
Diría ay
Si algún dios escuchara

Y me consumo

IV

El chasquido de mi Glock
aterra a la luna
Único público imparcial

El loto hundido.
La mataría si haciéndolo
lograra olvidar.
La mataría con un dios
A quien pedir perdón.

Era tan fácil así.


Me Llora la memoria

Entonces fue cuando empezó a llorarme la memoria sin ninguna explicación” Gabriel Báñez (1951-2009)




No sé escribir semblanzas y hace días que el puto segundero del cursor me está esperando en el margen, porque no sé por dónde empezar, porque no sé qué decir, porque no quiero corregir.

Conozco su respuesta: “entonces, hacé silencio”



Sí, debería (Y Él se alegra de ver irreverencia, falla, choque de sentidos e incongruencias) pero me llora la memoria y no tengo, ni nunca tuve, otro modo de salir de la escala de grises que no sea escribiéndoME.



Martes- Báñez. Una diagonal atardecida con gusto a café. Temblaba, yo, cuando le ofrecía algunas de mis historias. Generoso, él, se limitaba a indicarme pequeñas sutilezas. Todos mis personajes respiraron su talento.
No hay escena de “shhh…” ni de “Pudo ser tu mascota” que mi imaginación creara sin contemplar la posibilidad del juicio de sus ojos.


Vuelvo al segundero mientras pienso en sus palabras “a la gente le gusta leer sobre otras profesiones (…) una voz que describa detalles específicos da verosimilitud (…) “¿No te pudre leer siempre sobre la vida de escritores?”


Los muertos desentonan” es eso. Una novela en obra que intenta (¿intentaba?) mostrar lo que queda flotando en ESTE mundo tras la muerte. No cualquier muerte, sino la muerte desquiciada, la que esconde las causas entre sus pliegues, dejándonos perplejos.

Releo la primera escena y la cadavérica verosimilitud haciendo estragos. El pudor ( me parece oír su carcajada) no me deja copiar y pegar ese inicio.



Ambiente Bañeciano (Becerra dixit). Lo patético y su resplandor.


No encuentro la palabra justa para el sentimiento. ¿Angustia? ¿Melancolía?

Orfandad.

Orfandad es la palabra.


Se lo dije en varias oportunidades:

- No sé si lo ofendo o lo halago diciéndole que quisiera escribir como usted, prof.

- Yo no soy profesor ni maestro de nada. Apenas puedo con mi propia voz. Ahora que si me querés hacer caso seguí el consejo de Montherlant escribí como si estuvieras muerta. Vos sos tu peor enemiga.


Báñez me obsequió una identidad. Descubrió en mí esa “tara” que nos agrupa… Ese ir por la vida robando pasajes de vidas ajenas. Robándonos a nosotros mismos los sentimientos y los pensamientos para luego contar historias. Él llamó a todas mis alucinaciones, a todas mis voces, a todas mis palabras Escritura y, el que escribe, lo haga con mayor o menor técnica, con mayor o menor vuelo, es ESCRITOR.

Orfandad.

Quisiera hacer malabares con los recursos literarios que son, según él, recursos de existencia. Quizá me salven de la caída inevitable.


Ya sin café ni atardeceres en la diagonal. Sin el guiño de estilo ni personajes nuevos.

Ahora sola.

(…)


Perdón. Corrijo. Y cuando corrijo lo descubro.

(Releo el texto. Una pavada, un detalle que lo trae desde donde esté:… no usé ningún –mente- porque, precisaMENTE, él, los odiaba.)



No. Está visto: Nunca se irá.




"No se preocupaba Báñez del descrédito de los medios mayoritarios platenses. Lo vivía de manera cotidiana. Y hacía bien. Cómo preocuparse por quienes ante su muerte (ante la muerte de un escritor, el mejor de La Plata, uno de los mejores del país) ningunean la nota de la tapa, como hizo El Día (diario en el que, además, como si fuera poco, dirigía el suplemento literario). O la mandan a policiales, como hizo Hoy (creyendo que la forma en que muere un escritor, el mejor de La Plata, uno de los mejores del país, determina si va en una u otra sección)"

Miguel Russo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3497-2009-07-12.html



Gabriel Báñez: Escritor platense nacido en 1951. Se cansó de escribir la semana pasada clausurando su voz. Julio de 2009.
“Parajes”, “El Capitán Tresguerras fue a la guerra”, “El Curandero del Cuarto Oscuro”, “Virgen”, “Hacer el odio”, “El circo nunca muere”, “Los chicos desaparecen” “Paredón, Paredón” “Cultura” y “La cisura de Rolando”… Personajes y situaciones que conformaban su mundo. Un mundo de fisuras. De Cisuras.







http://cortey.blogspot.com








Sin excusas



-¿Tela de Namibia, Zimbabwe o Botswana?

-Ehhhh?
*



No quiero. En todo caso si se le ocurre algo, a alguien…
Lo que es por mí: se me fueron las ganas de inventarle una historia. Me pudrió. Esta no-historia y mi amnesia selectiva me pudrieron.

Casi las dos de la mañana y ni siquiera logro recordar el olor de ese bar.

Caigo en la cuenta de que sólo en Google se puede encontrar la libertad de inventar los segundos y los colores y las callecitas de Buenos Aires que tienen ese qué se yo…

Esta foto está presa. Presa, sí. De las coordenadas: calle Borges y plaza Cortazar. Palermo SoHo. Al sur de una Houston que no existe.

Esta foto y Ella compartiendo la tarde.
Partiendo la tarde, mejor.

¿Qué ficción?
Seeeee… vení mañana… Como mucho un ejercicio de estilo sugerido por Stephen King.


¿Y si lo cuento como una pesadilla, en blanco y negro? Ella también. Blanca y negra, llorisqueando.
Lo siniestro… ¿La mano? ¿Ella?

Busco la lupa del fotoshop. Ampliar. Entonces surge el contexto real, realmente escala de grises: tarde de verano en Palermo SoHo y la gran representación primermundista que viaja en llantas 17 con incrustaciones de perro.
¡Horrible!
Dice mi sentido común: ¡Basta, rompé la foto de una vez!
No.
O la foto es su propio texto o yo no tengo más ganas de escribir o la voz de Thom Yorke me satura de tal forma que sólo se me ocurre
(lalalalalala)
am up in the clouds
I am up in the clouds
And I can't and I can't come down
(lalalala)
No sé...

¿Contar sobre el vendedor? Quizá.
Un tipo afable, de muchos dientes símil oro, portando un maletín de ejecutivo combinado con sandalias.
Pudo haber sido buena. Un extranjero, inquilino de una casa tomada sobre la calle Honduras. Cada mañana recorre la ciudad ofreciendo su mercancía. Va lookeado. Con celular y sombrilla porta-anillos para los días de parada fija.

Pero no. Lo pierdo de vista.

Vuelve ella y llora. Me cuenta una historia de amor estilo milanesas con puré. Historia que no recuerdo haber vivido. Mucho maquillaje de pregunta para un clásico reproche: “¿Por qué no hubo para mí una familia con perro, esposo, hijos, jardín, vacaciones? (reproducir orden aleatorio)
Las manos de ella tienen uñas borgoña. Largas. Solía clavármelas imitando a Dita Von Teese. Su engaño es, casi, tan imperdonable como el mío.

La foto se devoró la historia y acá sigue sonando Yorke.
I am up in the clouds
And I can't and I can't come down


Reduzco el tamaño pero todo sigue allí.
Estaban los mozos. Políglotas, apolíneos ellos, que suspenden durante su servicio la realidad de regresar a casa en el Plaza, previo sortear (los días de lluvia) las alocadas carreras de las ratas de Retiro.
Ella llora. Los mozos sonríen (tiene plus en el recibo de sueldo).El vendedor ofrece collares y pulseras a dos mujeres. Se prueban, tocan.

Por un momento cambio posiciones. Soy el vendedor y descubro a un tipo que me saca una foto. Eyyy bwana is my hand…Terrible paliza, policía, cámara destruida.
Su llanto al cuadrado.

Ahora soy ella y ella una vendedora negra. Pienso: ¿tendrá hijos, perro, marido? Lloro porque jamás tuve algún amor que se extendiera más allá de simples espasmos.
De milanesas con puré a hot dog, sin escalas.

Cambio. Soy el mozo. Mido a la pareja y especulo con sus caras: el tipo tiene cara de boludo, quizá deje buena propina...
Nada.

Odio sentirme así. Ni una mísera palabra para esta foto. Foto de mierda. Instante de mierda.

Vuelvo a Cambiar el foco. En el sector de la izquierda, junto al baño (fumadores por supuesto) cinco tipos miran el partido. Boca es uno. Los veo felices en un mundo de cervezas creams.
¿Cuándo derogaron las leyes del Karma?

Ella y yo. Frikis “in very nice restaurant in Palermo District of Buenos Aires” (referencia incluida si fuésemos a parar a un alojador free de imágenes… Así como irá a parar la mano del vendedor si no la deleteo antes)
*

Yorke. Ella y Dita. Los mozos. Los jugadores de fútbol. Borges. Mangels. Toda esta mezcla en un par de píxeles.

Creo que miraba la mano para no verla. Es fea cuando llora. Dijo algo así como que se cansó de esperar y su voz comenzó a quebrarse.
Todos sabemos en qué recuerdo se nos quiebra la voz. Ella lo sabía y pudiendo evitarlo no lo hizo. Conozco ese viejo propósito.

Hasta el recuerdo del sonido arruina la imagen. Alguien había cargado la jukebox y Axel Roses desencajaba con el celeste pastel de las paredes, con el grito de gol, con el reflejo verde del traje exótico, con el llanto.

En ese momento puse el foco en el gran anillo… y apreté el botón.

Y ella gastando sus últimas palabras:

- …

Le pido que me repita la pregunta:

-digo… si no te da vergüenza seguir vivo?
*
No. Definitivamente, sobre esta foto, no tengo nada que decir.

Cifras






Salón Azul del Congreso de la Nación. Fueron más de 24.000 personas las que pasaron junto al féretro. Más de 24, las horas que lleva la televisión recordando pasajes de la reciente historia argentina.

Cuántos políticos fueron entrevistados? Muchos salieron de sus cuevas, quizá porque ya no está Alfonsín para refutar alguna de sus verdades (las de ellos)


Hoy será su gran despedida.
Hoy es 2 de Abril. Y el tiempo que encierran los números 1982-1983 quedará en la memoria colectiva de esta nación.

No son muchos los que pasan a formar parte de la historia.
No son muchos los que merecen pasar a la historia.


Conservo en mi propia fracción una madrugada de cintas rojas y blancas. Era Octubre y estábamos todos los sobrevivientes de pie. (Y nuestros muertos cargados en nuestras espaldas)

Festejábamos lo que había quedado de vida.
Y las palabras convicción, lealtad, democracia… Libertad, rondaron las plazas hasta el amanecer.

Alfonsín acaba de irse. Malvinas, a miles de kilómetros, aún no regresó a nuestra patria.


Tantos números, tanta gente, tantas palabras… Y la historia que se empeña en enseñarnos que su esencia sólo se traduce en hechos.


El pasacalle:

"Por las luchas de ayer, por los derechos de hoy, por la igualdad de mañana. Juventud Radical"
(Foto extraída de : www.elsigloweb.com)

Cuando cerramos las ventanas...


24 de Marzo 1976-24 de marzo 2009. 33 años de una noche que no se debe olvidar.


En la memoria...







El primo Ezequiel también pudo haber sido un buen veterinario. Tenía la ventaja de vivir en La Plata, en una pensión cercana a la facultad. Pero el destino es tan caprichoso que una mañana apareció en casa con un bolso y dos cajas. Tía, me puedo quedar unos días.
Mi abuela sabía que nuestra casa o una madriguera en medio del desierto eran lo mismo cuando alguien se propone encontrarte. Sin embargo, usó un pichón, como no te vas a poder quedar, que suavizó el exilio. Imaginó en los ojos del sobrino el pedido de auxilio de su hermano menor.

En esa época, de velorios televisados, filas sinuosas de dolientes y mujeres de rodete haciendo las valijas, las persianas de casa ya no se abrían.


Ocupaba la pieza del fondo, junto al gallinero. Durante el día no se lo veía pero se escucha las interferencias de una radio y una canción hasta el fastidio:

“ ... piensa que la alambrada sólo es/un trozo de metal
algo que nunca puede detener /sus ansias de volar .
... marchaba tan feliz que no escuchó/ la voz que le llamó
y tendido en el suelo se quedó /sonriendo y sin hablar
sobre su pecho flores carmesí brotaban sin cesar.
libre como el sol cuando amanece/ yo soy libre como el mar,
libre como el ave que escapó de su prisión/y puede al fin volar
libre como el viento que recoge mi lamento y mi pesar
camino sin cesar /detrás de la verdad
y sabré lo que es al fin la libertad.”

Por las noches, la misma voz aguda repetía que había más informaciones para este boletín. Él practicaba una serie de ejercicios con cuchillos, enfrentado a su sombra. Cantaba imitando la queja boliviana“ Si el ámo me mánda ala mína no voy io no quíero morírme de un socavón”.

Unos días antes de que el primo nos dejara llegó al barrio un camión del ejército. Golpearon en la casa de la peluquera. Todos salimos a mirar. Intentaron sacar a Dany, el hijo menor, a los empujones. La madre lloraba. Dany estaba en calzoncillos y se agarraba del alambrado de la casa vecina. Nunca lo habíamos visto así, revoleaba los ojos y gritaba Satán, Satán. Apareció en la escena el médico de mi mamá y ahí nomás, sobre la vereda, le puso una inyección. Lo llevaron adentro y el camión se fue. Danielito se volvió loco, decía la madre, no puede ir a la colimba.


Creí que al primo le había pasado lo mismo. Cuando me levanté ya no estaba. La pieza quedó destrozada. Otra vez el destino caprichoso y mi abuela adivinando los por qué. Primero dudó de todos los vecinos (lo acertada que estaba) aunque su sospecha se centrara en el tano Yilmo, el único que sabía de nuestro huésped y el que siempre vigilaba. Después limitó su mirada a mis movimientos, como un perro que trata de justificar los golpes del amo. Nunca le dije a la abuela que la almacenera me había preguntado si vivía alguien con nosotros. Tampoco le confesé que por la información me había regalado dos AERO grandes, aunque sospecho que siempre lo supo.

G.B. y Rolando



LA CISURA DE ROLANDO EN LA PLATA

El viernes 3 de abril a las 19:30 hs. en la Librería El Ateneo (calle 50 entre 8 y 9), Miguel Russo y Juan Becerra presentarán La cisura de Rolando, de Gabriel Báñez.